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Relación madre-hijo: cómo cuidarlo con tu ejemplo

Hace algunas semanas celebrábamos en España el bonito Día de la Madre, un día para reconocer a nuestras mamás su gran dedicación, su acompañamiento… Hoy quiero compartir con vosotras mis reflexiones sobre cómo, como madres, influimos en el desarrollo y la felicidad de los más pequeños.

Y es que las mujeres tenemos una poderosa influencia sobre nuestros hijos, especialmente cuando todavía son pequeños. Está en nuestra mano ayudarles a convertirse en personas felices, realizadas, capaces.

Para ello, sin embargo, debemos escucharnos a nosotras mismas: ¿qué hacemos?, ¿qué pensamos?, ¿qué sentimos?...

Los niños aprenden a ser y a hacer copiando el ejemplo de sus padres. Así, ¿qué sucede cuando mamá nunca tiene tiempo para ella misma?, ¿cuando ella sola toma toda la responsabilidad?, ¿cuando vive cansada y desbordada? En esa situación, los niños toman ese ejemplo: aprenden de la madre cómo cuidarse (o cómo no hacerlo).

Del mismo modo, cuando una mujer se cuida, dedica tiempo a hacer aquello que la hace feliz y desprende actitud positiva, el niño aprende de ella cómo vivir de una forma más plena.

Y no solo los actos se transfieren de madres y padres a hijos, también lo hacen los pensamientos y sentimientos. Así, por ejemplo, cuando una madre decide alejar de su vida a los hombres (por una mala experiencia o por cualquier otra razón), los sentimientos que la madre ha desarrollado hacia lo masculino pueden transferirse a sus hijas, que verán afectado su futuro y, especialmente, su capacidad para formar una familia.

Es importante, pues, que tomemos consciencia de aquello que llevamos dentro, de todos los pensamientos y sentimientos que nos llevan a actuar de una determinada forma, de lo que expresamos delante de los niños. Es esencial que nos limpiemos de aquello que no nos sirve y que nos liberemos, liberando a su vez, con nuestro ejemplo, a nuestros pequeños.

Debemos entender que los niños son, en realidad, como una esponja. Absorben de forma muy rápida todo lo que observan de su entorno.

Más allá de cómo tu relación contigo misma afecta directamente a la relación que tus hijos desarrollarán con ellos mismos, es importante que tengas en cuenta también que puedes jugar un papel magnífico en la vida de tu hijo: ¡puedes ayudarlo a detectar y a desarrollar sus talentos!

Como siempre explico, las personas llegamos al mundo con dos misiones, una de ellas interna (de ella hablaré otro día), la otra, externa: venimos al mundo para aportar a los demás nuestro talento.

Así, desde bien pequeños, ya existe algo que se nos da muy bien y que, además, nos hace sentir plenos. Desarrollar este talento forma parte de nuestra misión y, sin embargo, como padres, a veces caemos en el error de limitar a nuestros pequeños, con nuestros juicios o exigencias.

Como sabrás, tienes una poderosa herramienta para enseñar a tu hijo a desarrollar su talento: el ejemplo. Asimismo, te animo a que observes a tus pequeños sin juzgarlos, que detectes qué es lo que más disfrutan haciendo y lo que se les da mejor y les alientes a seguir haciéndolo.

¡Acompañar a tu hijo hacia una vida verdaderamente feliz y realizada está en tu mano!

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